REFLEXIÓN 18 DE MARZO 2019
A veces hay que podar las ramas muertas, lo que impide crecer el árbol. A veces toca dar paso a más vida, más savia, más fuerza. No siempre es fácil, y hay que saber cómo podar para no hacer desaguisados con lo que somos (pues de eso estamos hablando ahora).
En la Cuaresma se nos plantea una ocasión privilegiada para mirar a la propia vida. Podemos pedirle a Dios luz para despojarla de ramas secas… para que nos convierta, una y otra vez, en árbol frondoso que dé sombra al caminante al final del día.
Oración
Yo también soy un árbol, y tú conoces cuales de mis ramas dan fruto. Tengo ámbitos que precisan una poda ligera, y otros una poda más severa.
Ahora, en este momento de vida, cuando aún me estoy formado, yo también necesito una poda que me ayude a formar, que me configure, que me estructure, y me permita estar abierto a recibir la mayor luz posible.
Pero ¿Por dónde comenzar? Por mis ramas secas, esas etapas y experiencias de mi vida que dieron su fruto, me han ayudado a formarme, pero que ahora es necesario dejar atrás para seguir creciendo. Luego están las cosas en las que estoy metiendo tiempo y esfuerzo, que requieren toda mi persona, y que me impiden dar el fruto deseado. Y no olvido que la poda no es cuestión estética. , que no es sólo cuestión de dar más y más fruto. Mis elecciones son para buscar más luz, para buscar la luz verdadera y desde ahí nace la opción, la decisión de apostar por unas cosas y no por otras.
(Fuente: Pastoral SJ)