REFLEXIÓN 28 DE MARZO 2019
Seguramente si repasas hoy tu día, habrás leído, escuchado o dicho una de las palabras de moda: innovación. Esta palabra se vincula con todos los ámbitos: empresarial, educativo, social, industrial…
Por eso hoy me hago esta pregunta: ¿Cuál es la innovación del Evangelio? ¿Qué destaca de innovadora la vida de Jesús que nos pueda inspirar?
Y para mí hay una innovación por encima de otra: La pasión por las personas y, de manera especial, por los más necesitados.
Esa pasión de Jesús se muestra en cada pasaje del Evangelio, en cada palabra que sale de su boca, en cada gesto que hace tambalear todas las tradiciones, en cada acción que lucha por levantar, sanar y empoderar a cada ser humano con el que se encuentra. No hay un atisbo de dogma, de regla, de norma… más allá de que todo lo que hagamos, vivamos y deseemos sea por y para las personas, para su bien y su felicidad.
¿En qué puede valer esto a nuestra vida y a cualquier ámbito educativo, empresarial, social…?
Que estaremos innovando, si tenemos pasión por las personas en nuestra acogida, nuestros gestos, nuestra mirada, nuestras palabras… nos desvivimos por ellos y les hacemos sentir hermanos e hijos de un mismo Dios.
Que estaremos innovando, si entendemos que no se puede innovar haciendo planes, protocolos, técnicas, sin pasión por los demás. Al que tiene pasión por los demás, no hace falta que le digan cómo hacerlo, su interés buscará la manera para lograr el mejor bien al prójimo.
Por eso los cimientos de la innovación están llenos de pasión por los demás.
En la primera carta de san Pablo a los corintios se nos dice: «Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres, tener el don de la profecía, repartir limosnas… si no tengo amor no soy nada».
Hoy podríamos hacer una pequeña adaptación: ya podría yo tener los mejores medios, las mejoras técnicas, los mejores programas de innovación… si no tengo amor, no innovo nada.
(Fuente: Pastoral SJ)