REFLEXIÓN 7 DE MARZO 2019
En Cuaresma hablamos de limosna… Pero a veces lo pensamos como algo demasiado monetario, muy material, cuando es en realidad mucho mayor. Este es un tiempo para mirar hacia fuera y percibir las necesidades de tantas personas que, alrededor mío, tienen hambre o sed de tiempo, de vida, de bienes o de historias.
Y es tiempo para responder como pueda, para compartir aquello que tengo y que soy. Es este un tiempo para conjugar el verbo dar…
ORACIÓN
Dar limosna empieza al escuchar. Tú escuchas las necesidades, los dolores, los gritos, las inquietudes, los miedos, las ilusiones… Enséñame a escuchar a quien está cerca de mí: a mis amigos, mi familia, mis conocidos. Enséñame a atender a sus palabras, incluso cuando no las pronuncien. Y dame inquietud para atender también a las voces lejanas, esas que llegan tapadas por rumores inextinguibles Dar limosna sigue al compartir. Tú eres un Dios que das. Das palabra de esperanza. Das a tu Hijo como promesa. Das perdón. Das vida. Das futuro. Enséñame a dar: dar tiempo a quien está solo, palabras a quien se siente aislado, alegría al triste. Entregar mi esfuerzo al golpeado. Mi fortaleza al débil. Compartir mi riqueza con el pobre, mi fe con quien duda, y mi duda con quien se encierra en falsas seguridades. Enséñame Señor, a descubrir las necesidades de los otros y a convertirlas en mi prioridad. Dar limosna es ser feliz y libre. De alguna manera intuyo que la libertad es encontrarte a ti. Es descubrir que tú eres la perla preciosa. Que tu evangelio es una joya, y tu palabra una fuente de sabiduría. Ayúdame, Señor, a dar, a darme, a descubrir en ti la fuente de la alegría profunda, y a descubrir en los otros un motivo de dicha… Ayúdame.
(Fuente: Pastoral SJ)