Una reflexión para cada día de Cuaresma: lunes 16 de marzo

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Os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su tierra. Además, no os quepa duda de que, en tiempo de Elías, cuando no llovió en tres años y medio y hubo una gran hambre en todo el país, había muchas viudas en Israel; y, sin embargo, a ninguna de ellas enviaron a Sidón. Y en tiempo del profeta Eliseo había muchos leprosos en Israel, y, sin embargo, a ninguno de ellos curó; sólo a Naamán el sirio. Al oír esto todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del cerro donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejó. (Lc 4, 24-30)

“Se llenaron de ira y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para despeñarle”. La Buena Noticia es escandalosa porque nos habla de un Amor gratuito, que sana y sacia a todo el que lo acepta. No es para una élite, no es para unos cuantos, no es propiedad de ningún grupo, ni siquiera de aquellos que hacen todo rectamente. La Bondad de Dios es un regalo continuo abierto a la humanidad, sobre todo a los más rechazados y apartados, a los que están al otro lado de las murallas, a los que nadie quiere ver, a los que hablan otro idioma, a los que son de fuera, a los que no son “de los nuestros”.

“Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.” Y Jesús les responde con la autoridad de aquel que habla desde la Vida. La Buena Noticia de su predicación no es ideología, no es doctrina, es Vida. Y la Vida se abre paso entre la intolerancia, los extremismos y los insultos.

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