Una reflexión para cada día: Lunes de Pascua 13 de abril 2020

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Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Alegraos!». Ellas se acercaron, se postraron ante Él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros». Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy. (Mt 28, 8-15)

Que sencillas y bonitas las palabras de Jesús: “Alegraos”, “No tengáis miedo”.

No, no tengáis miedo. No me he ido, estoy aquí con vosotros. Y ellas a la carrerilla se van “LLENAS DE ALEGRIA”.

Es la alegría de haber encontrado a Jesús y de llevárselo a los demás. Les hubiera gustado quedarse allí con Él. Pero no, la alegría es mas alegría cuando es compartida y por eso hay que correr, hay que salir de nuestro pequeño mundo, hay que ir a Galilea.

Si, hay que ir a Galilea, a la “Galilea de los gentiles” para encontrar al resucitado. Allí es donde todo empezó. Qué recuerdos tan gratos tendrían los discípulos y Jesús de aquel lugar. De cuántas cosas no hablarían… De cuando estaban en la barca remendando las redes y les llamó; y lo que les dijo: Seréis pescadores de hombres. Y también hablarían de quiénes son los Bienaventurados, y cómo hay que dirigirse a Dios el Buen Padre…

Allí, de nuevo, en Galilea también nosotros podemos, acurrucados, contarle nuestros miedos, nuestra nada, nuestra desnudez, nuestra torpeza. Y Él seguro nos dirá: “No tengas miedo”.

Hermanos y hermanas tenemos que ir a Galilea (pero sin salir de casa) si queremos ver al Resucitado. Tenemos que salir de nuestra sagrada “Jerusalén”, tenemos que dejar a un lado nuestra tranquilidad, e ir a Galilea. Allí le podremos abrazar en el hermano sufriente y abrazándole a él abrazamos a Jesús.

 

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