Una reflexión para cada día de Cuaresma: Jueves 27 de febrero

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Dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día». Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?» (Lc 9, 22-25)

Vivimos en la cara luminosa de la moneda, donde no nos falta nada para vivir con dignidad y ser felices, donde nuestros derechos son respetados, y si no, conocemos los medios para exigir que se nos respeten. Pero, como lo que buscamos es la felicidad y no la tenemos, pensamos que comprando muchas cosas seremos más felices. Todo este bienestar del que nos rodeamos es nuestra zona de confort en la que nos sentimos muy cómodos y de la que nos resistimos a salir. Desde ella sigamos añorando la felicidad, porque la mayoría de las veces la felicidad no la dan las cosas ni los derechos.

“Salir de nuestra zona de confort.” Lo hemos oído tantas veces hemos convertido la frase en un tópico, del que podemos “pasar” sin que nos cuestione mucho. Y seguimos aferrados a nuestras cómodas y anquilosadas convicciones ideológicas y religiosas, que nos impiden ver que nuestra zona de confort es la causa obligatoria de la “zona de pobreza” en la que malviven muchas personas. Pero, qué le vamos a hacer…

Sin embargo, Jesús en el evangelio de hoy nos propone salir de nuestra zona de confort y seguirle: “El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo…”

Al igual que Jesús, que le tocó vivir en una época difícil, también a nosotros se nos pide ser punta de lanza en una sociedad que está perdiendo los valores en temas como el consumismo y el cuidado del medio ambiente, que está haciendo sufrir enormemente a las personas más vulnerables. Se nos tiene que notar quienes somos y en Quién creemos, Quién nos mueve, no en palabras, sino en actos. Tomar la cruz y seguirle…

(Fuente: Sed – Conferencia Marista Española)

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