Una reflexión para cada día de Cuaresma: viernes 13 de marzo

 In Destacadas

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.

Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, le mandó a su hijo, diciéndose:

“Tendrán respeto a mi hijo. “Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: “Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.” Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Le contestaron: “Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos”.

Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular? Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente” Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta. (Mt 21, 33-43. 45-46)

Señor, quiero pedir por los que me rechazaron, porque su rechazo me hizo más fuerte y transformó en nuevas ilusiones.

Por los que me señalaron con el dedo, me dejaron en evidencia, me pusieron en ridículo, porque su rechazo me ayudó a ser autosuficiente.

Por los que nunca me consideraron lo suficientemente bueno para prosperar y me trataron como una “mascota”. Pero su rechazo me enseñó a creer en las buenas personas.

Por aquellos que me dijeron que con la piel “menos oscura” me integraría más fácilmente.

Pero su rechazo me enseñó a creer que la estética es algo tan subjetivo como carente de realidad.

Por aquellos que rechazaron una y otra vez mi currículo, porque nunca era lo suficientemente bueno dado que me faltaba experiencia o me sobraba juventud. Pero vuestro desprecio fortaleció mi espíritu hasta tal punto que dejé de generar ira o agresividad.

Por aquellos que no me sentaron a su mesa porque era indigente o sin hogar, pero su negativa a acogerme hizo que aprendiera a cuidarme y valorarme.

Por aquellos que no se acordaron que estaba solo en una sala del hospital y no me echaron en falta, porque su olvido hizo que hallara consuelo a mi dolor en la soledad.

Señor a pesar de los rechazos, te pido que siga aceptando a los seres humanos como una evidencia de tu presencia.

Recent Posts

Leave a Comment