Una reflexión para cada día: Séptimo lunes de Pascua – 25 de mayo 2020
En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: «Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios». Les contestó Jesús: ¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo». [Jn 16, 29-33]
«Señor, haznos una familia en la que nos necesitemos los unos a los otros, que nos amemos y nos perdonemos, en la que trabajemos juntos, juguemos juntos y recemos juntos. Juntos llevemos la palabra de Dios a los demás, juntos crezcamos en Cristo y juntos amemos a todos los hombres, juntos sirvamos al Señor y juntos esperemos el cielo. Estas son nuestras esperanzas e ideales. Ayúdanos a afianzarlas. Oh, Dios, por Cristo nuestro Señor. Amén» [Oración Irlandesa]
Es una oración irlandesa. Desde el día que la conocimos, mi marido y yo la hemos tenido como ideales de familia cristiana y nos pusimos en marcha para hacerla realidad. La hemos intentado vivir y que no se quedara sólo en la familia. Hemos deseado que fuera nuestra familia un sol, cuyos rayos se expandieran no sólo a los que nos rodeaban sino a TODOS los hombres y mujeres que de alguna manera estuvieran próximos o lejanos a nosotros porque entendemos que TODOS nos necesitamos, que el amor no tiene capacidad y que el perdón es el acto más grande de amor. Vivir la palabra de Dios, crecer en la fe y en Cristo y tener a Dios como motor de nuestras vidas es la perla que encuentras que todo sea ella (como nos dice el Evangelio) y tener la esperanza que aunque algunos de nosotros dejemos este mundo, nos encontraremos en los brazos de Dios para vivir juntos una eternidad. (Marga – Comunidad de Sevilla – Cuaderno de Pascua 2017)