Una reflexión para cada día: Sexto domingo de Pascua 17 de mayo 2020

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En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.

Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. [Hch 8,5-8. 14-17 ]

“¿Sabes cuál es un error en el que siempre incurrimos? El de creer que la vida es inmutable, que una vez metidos en unos raíles hemos de recorrerlos hasta el final. En cambio, el destino tiene mucha más fantasía que nosotros. Justamente cuando crees encontrarte en una situación que no tiene escapatoria, cuando llegas al ápice de la desesperación, con la velocidad de una ráfaga de viento cambia todo, queda patas arriba, y de un momento a otro te encuentras viviendo una nueva vida.” [Susanna Tamaro, “Donde el corazón te lleve”]

Quería compartir con vosotros este pequeño fragmento de un libro lleno de grandes lecciones, del que aprendí que nunca he de olvidar que la vida es una montaña rusa, llena de subidas y bajadas que a veces quizás duran demasiado, que parecen no remontar nunca… Malas decisiones, que aún hoy día arrastramos y nos van pesando cada día más.

Pero me dije: ¿Y si fuera hoy el día en que todo eso cambiara? Nosotros mismos somos quienes decidimos cuándo a nuestro vagón le toca subir, cuándo empezar a disfrutar de esas maravillosas vistas que antes nos estábamos perdiendo. Hoy es el día de empezar ese cambio, de salir de nuestra zona de confort y ponerlo todo patas arriba para empezar a disfrutar de lo que no hemos hecho hasta el momento por unas razones u otras. Haz que hoy sea ese gran día en el que tu vida pegó un cambio radical y pídele al Señor por ti y por todos…

Que nunca perdamos la ilusión, que las bajadas nos ayuden a aprender, a ser más fuertes y a disfrutar mucho más las subidas. Te lo pedimos, Señor. (Carolina – Comunidad de Mérida – Cuaderno de Pascua 2017)

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