Una reflexión para cada día: Sexto viernes de Pascua – 22 de mayo 2020

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada». [Jn 16, 20-23a]

Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:

-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.

-Adiós -le dijo.

-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos. [Antoine de Saint-Exupery, “El Principito”]

Cuántas veces en mi caminar me he encontrado con oscuridades tan profundas que parecían invadirlo todo. Sin embargo, cuando he sido capaz de pararme y contemplar en profundidad, más allá de sentimientos o sensaciones, he podido descubrir en todo la presencia de un Dios que es verdaderamente importante, esencial, porque está presente en todo momento y lugar. Su fidelidad es grande, y en cada paso del camino él está presente. A veces sus huellas son casi imperceptibles, están escondidas, pero siempre están de un modo u otro.

Creo que el corazón del cristiano está preparado para percibir lo importante de la vida, pero a veces nuestro corazón se amodorra, se asusta, se blinda. Las prisas, los nervios, las “cabezonerías”…muchas cosas nos impiden ver la vida en profundidad, pero de la mano del Señor podemos superar todo eso, encontrar paz y mirar con los ojos del corazón, descubriendo en todo su presencia. Estas cosas importantes y esenciales no se perciben desde la mera razón; sólo una razón “corazonada”, acompañada de la fe, puede descubrir la verdad de todo, la verdad de Dios. (María Zarzuela – Comunidad de Jerez – Cuaderno de Pascua 2017)

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