Una reflexión para cada día: Cuarto lunes de Pascua 4 de mayo 2020

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En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido, pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por su nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos: pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago: yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.» [Jn 10, 1-10]

’Un desconocido que hasta hacía dos minutos no formaba parte de tu mundo, después se convertía en parte tuya, te entendía más que cualquier persona de este mundo y notabas que te ayudaba de una manera tan profunda que te sentías comprendido e identificado (…) Gente que puede acompañarte a cualquier lugar, darte fuerza en silencio o estar contigo en miles de problemas que tengas. Son ese tipo de gente a la que acabas agradeciéndole algo que han hecho miles y miles de veces, que te acompañen a un lugar aburrido un día soleado de verano cuando podrían estar en la playa es impagable. Curiosamente amor y amistad comienzan con “am”. [Albert Espinosa, “El mundo amarillo”]

Este es un pequeño fragmento del libro ‘’El mundo amarillo’’ de Albert Espinosa, donde éste cuenta todo lo que aprendió de la vida cuando sufrió cáncer. He querido comentar este fragmento de su libro porque habla de la amistad, del amor, que es algo fundamental en nuestra vida. Le doy gracias a Dios por poner a esas personas en mi camino, desconocidas al principio, pero que acaban siendo un gran apoyo en mi vida, que están ahí para lo bueno y para lo malo, sin esperar recibir nada a cambio. Y le doy gracias a Él también, que, como dice Espinosa, te acompaña a cualquier lugar, te da fuerza en el silencio y está contigo en miles de problemas que tengas, siempre. (Marta Cabeza – Comunidad de Zaragoza, Cuaderno de Pascua 2017)

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