Una reflexión para cada día de Cuaresma: miércoles 18 de marzo
Mirad, yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumplan en la tierra donde van a entrar para tomar posesión de ella. Ponedlos por obra, que ellos serán su prudencia y sabiduría ante los demás pueblos, que al oír estos mandatos comentarán: ¡Qué pueblo tan sabio y prudente es esa gran nación! Porque, ¿qué nación grande tiene un dios tan cercano como nuestro Dios, que cuando lo invocamos siempre está cerca? Y, ¿qué nación grande tiene unos mandatos y decretos tan justos como esta ley que yo hoy promulgo en vuestra presencia? Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos. (Dt 4, 5-9)
“Ponedlos por obra”, esta es la invitación de la Palabra de hoy: hacer vida lo que se puede quedar en normas o aprendizajes, doctrinas vacías que mueren con el paso del tiempo. Todo se interioriza cuando se practica, y todo lo que practiquemos que venga del interior nos acercará a Dios.
Porque “¿qué nación grande tiene un dios tan cercano como nuestro Dios, que cuando lo invocamos siempre está cerca?”. ¡Qué bella experiencia la del pueblo de Israel! Tras pasar por la esclavitud y el desierto, miran su historia y encuentran un Dios siempre cercano, siempre a la escucha, que permanece al lado. ¡Qué maravilla! ¡Qué gran invitación para nuestra vida! Y qué importante para el pueblo de Dios hablar del Amor en las familias y en las comunidades. Así se expresa en la Palabra: “cuéntaselos a tus hijos y nietos”. Hablemos de los momentos en los que hemos sentido a este Dios cercano y amoroso, compartamos, vibremos con el otro. Tenemos la enorme suerte de estar vinculados como hermanos por el Padre del Amor. ¡Disfrutemos hablando de ello! ¡Construyamos nuestras relaciones desde esta experiencia común!
¡Ánimo a todos los que formáis parte de esta oración día tras día! Rezamos por vosotros y por vuestras familias.
