Una reflexión para cada día de Cuaresma: viernes 20 de marzo
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que éstos». El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. (Mc 12, 28b-34)
«¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» Con esta pregunta comienza esta conversación con Jesús. Y con la misma comienzan muchas de nuestras reflexiones: ¿qué es lo más importante que hago como cristiano?,¿cómo priorizar? Y la respuesta es fundamental en nuestro camino, porque nuestro tiempo diario es limitado, y no estamos llamados por Dios a andar agobiados, corriendo, sin vivir en profundidad, haciendo de todo sin saber a qué estamos realmente llamados.
Y Jesús responde: «El primero es: Escucha (…) amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, (…)El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.» Lo primero “Escucha”. Dedica tiempo a saber qué y qué no son tus llamadas. Hay muchas formas de amar a Dios y al prójimo, pero no todos estamos llamados a hacerlas todas. Porque cuando hacemos mucho pero sin profundidad, sin pausa en la persona, sin tiempo de corazón… es difícil sentir y expresar que con ese acto amamos. Y sin expresar y sentir amor no cultivamos Reino de Dios, no sembramos transformación de la realidad ni conversión de vida.