Una reflexión para cada día: Quinto viernes de Pascua 15 de mayo 2020

 In Destacadas

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.” [Jn 15, 12-17]

Esta es la amistad más rara que he tenido jamás. – ¿Por qué? – preguntó Shmuel.

– Porque con todos los otros niños que eran amigos míos podía jugar. Y nosotros nunca jugamos.

Lo único que hacemos es sentarnos aquí y hablar. – A mí me gusta sentarme aquí y hablar – dijo Shmuel.

– Sí, a mí también, claro. Pero es una lástima que no podamos hacer algo más emocionante de vez en cuando. Jugar a los exploradores, por ejemplo. O al fútbol. Ni siquiera nos hemos visto sin esta alambrada de por medio. [John Boyne, “El niño con el pijama de rayas”]

El niño del pijama de rayas nos habla de cómo se forja una amistad entre dos niños, Bruno y Shmuel, que en principio se deberían de odiar. Ambos responden a ese temor a lo desconocido, no con odio, sino dando una oportunidad al otro. Y es que ésa es la amistad que tenemos con Dios, que no es una amistad cualquiera, sino especial, única, sincera y que nunca defrauda.

Es una relación en la que siempre habrá algo que no entendamos, pero debemos seguir buscando porque Dios está ahí, esperándonos. Él nos ha dado la libertad para que decidamos si queremos encontrarnos con él o no, si queremos superar el temor a lo desconocido o no.

Al igual que Bruno y Shmuel, que entienden que el amor es más fuerte que el odio, encontrando al final en el otro su hogar, cuando un cristiano se encuentra con Dios, se siente como en su hogar. Siempre habrá cosas que no entendamos, pero como cristianos tratemos de encontrar, a través de la fe, las fuerzas necesarias para superar ese temor que nos paraliza o que nos hace odiar. Se trata de ser valientes y de encontrar en los demás a Dios. (Gonzalo Ibáñez y Paula Asensio – Comunidad del Perpetuo Socorro de Madrid, Cuaderno de Pascua 2017)

Recent Posts

Leave a Comment