Una reflexión para cada día: Tercer martes de Pascua 28 de abril 2020
En aquel tiempo, la gente dijo a Jesús: «¿Qué signos vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: «Les dio a comer pan del cielo»». Jesús replicó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo». Entonces dijeron: «Señor, danos siempre de este pan». Jesús les contestó: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed». [Jn 6, 30-35]
«Y volvió con el zorro.
-Adiós – le dijo.
-Adiós- dijo el zorro -. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
-Lo esencial es invisible para los ojos – repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella… – repitió el principito para recordarlo.»
[Antoine de Saint-Exupéry, “El Principito”]
Muchas veces se nos pasan desapercibidas pequeñas cosas, muchas de las cuales son muy importantes para hacernos felices y hacer felices a los demás, que lo importante son los pequeños detalles para con los demás, empezando por dedicarles el tiempo, aunque éste sea poco, lo más valioso es que ese tiempo sea de calidad. A veces no nos damos cuenta de que con poco que hagamos para ayudar a los demás, para ellos puede ser mucho.
También me hizo ver que muchas veces nos sentimos solos, pensando que no tenemos a nadie a nuestro alrededor, y sin embargo no somos capaces de «ver con el corazón» a toda esa gente que nos quiere y que nos apoya aunque no se encuentre físicamente a nuestro lado, así como en muchas ocasiones tampoco somos capaces de darnos cuenta de que Dios está siempre con nosotros. (Jesús Sánchez San Segundo – Comunidad de San Gerardo, Cuaderno de Pascua 2017)