Una reflexión para cada día: Tercer miércoles de Pascua 29 de abril 2020

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En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día. [Jn 6, 35-40]

“Las cosas podrían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a él afectaba…

Su padre entendía que esto era progresar; Daniel, el Mochuelo, no lo sabía exactamente. El que él estudiase el Bachillerato en la ciudad podía ser, a la larga, efectivamente, un progreso”. [Miguel Delibes, “El Camino”]

En el colegio mi profe de Literatura nos mandó leer este libro. Como cabía esperar, no lo hice. Nunca imaginé que, más tarde, justo en un momento en que estaba algo desorientado, alguien que hoy tiene mi admiración y cariño me recomendaría leerlo.

Cuántas veces lo que esperamos, lo que planeamos y por lo que nos dejamos la piel, no sale. Creamos expectativas y, cuando no se cumplen, buscamos culpables. Está bien ser inconformista, autocritico, querer siempre más y mejor, pero este libro, me enseñó que todo sucede según el guion que Dios tiene escrito para nosotros y, por tanto, tenía que aprender a disfrutar las cosas según venían: en el momento. Aprendí que te enamorarás varias veces y siempre pensarás que es la definitiva, pero solo valdrá una vez. Acertarás. Te equivocarás. Disfruta de cada momento, sea bueno o malo, para un rato o para siempre. Si no lo haces, te arrepentirás.

Y, por último, habrá momentos en los que no encuentres el Norte, así que trata de buscar el Sur. O el Este. O el Oeste. Da igual. Solo se necesita un punto cardinal para poder orientarse y poder continuar con “el camino”. (Carlos Martín Pacha – Comunidad de San Gerardo, Cuaderno de Pascua 2017)

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