Una reflexión para cada día: Tercer viernes de Pascua 1 de mayo 2020

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En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún. [Jn 6, 52-59]

«Recuerda que puedes ser todo lo que quieras llegar a ser. Una vida si tiene un buen discurso y unos buenos argumentos, pueden tocar a cientos de otras. Y es que si uno no se comprende a sí mismo, ¿cómo va a comprender a los demás?» [Albert Espinosa, “Brújulas que buscan sonrisas perdidas”]

Leí este libro en un momento en el que necesitaba un cambio y este libro me hizo pensar en ello.

Muchas veces nos ponemos a pensar lo que queremos en un futuro pero nunca llegamos a descubrirlo del todo, pedimos ayuda, consejos e incluso intentamos que los demás nos entiendan sin hacerlo nosotros mismos.

Aunque haya días en los que necesitamos una brújula para encontrar el norte en nuestro camino, Dios ya nos dijo que aún en medio de la crisis, nos hará fructificar. A veces el camino más sencillo no tiene que ser el erróneo, complicamos lo fácil por miedo a arriesgar sin pensar en lo que podemos ganar.

Señor, te pido por esas personas que necesitan un poco de luz para seguir hacia delante. Te lo pedimos, Señor. (Elena – Comunidad de Mérida, Cuaderno de Pascua 2017)

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